En los primeros años de la conquista, escritores renombrados, como Francisco Cervantes de Salazar o Enrique Hawks, hacían referencia de la vasta cantidad de caballos en la Nueva España. Ya arrendados, destacaron por el regocijo, la ligereza, la fuerza y el trote asentado.
El caballo charro se caracteriza por tener una alzada de 1.45 a 1.50 metros; es fuerte, de excelente rienda y atento a los diversos lances de la charrería.
En la historia del charro destacan tres razas de caballos que ha utilizado para las faenas:
1. Criollo, que resulta de varias mezclas que surgieron de la Conquista. Poco tiene que ver con el caballo criollo mexicano utilizado durante la Revolución mexicana, que desapareció debido a su excesivo uso durante el combate.
2. Cuarto de milla, de origen estadounidense, con sangre española e inglesa, como su nombre lo indica, desarrolla una velocidad sorprendente en cortas distancias.
3. Azteca, fue introducido a México por don Antonio Ariza para rescatar al antiguo caballo criollo que existió en México.